domingo, 20 de octubre de 2019

El Miramar, crónica de un derribo anunciado




En estos días Castro asiste impávido a los preparativos para el derribo del hotel Miramar. Otro edificio con mucha historia a sus espaldas que pierde la ciudad. La inacción de las instituciones deja otra víctima en Castro-Urdiales.


¿Es razonable gastar un millón de euros de dinero público en derruir un edificio en un municipio como Castro-Urdiales que adolece de falta de equipamientos públicos? ¿No podría haberse destinado tal potosí a reformar el inmueble y darle un uso beneficioso para los ciudadanos? Es todo un despropósito.

El Hotel Miramar en los últimos años que estuvo en funcionamiento. (Fuente: grupoalceda.com)

Y además del servicio que podría prestar a los castreños, el Miramar es una referencia única del racionalismo en la arquitectura europea. El Grupo Alceda, asociación por la defensa y protección del patrimonio cultural, considera el edificio como una joya de la arquitectura en Europa y se lamenta del derribo ante la ineficacia de las instituciones. En otro país europeo sería impensable cometer tal necedad de permitir que se pierda tal patrimonio.

La playa de Brazomar con el Miramar con su antigua cara. (Fuente: grupoalceda.com)


Una vez más Castro es abandonado por Santander y Madrid. El Ayuntamiento de Castro-Urdiales se quedó solo en el intento de salvar el edificio. El Gobierno regional y el Gobierno central nada han querido saber del tema. El ejecutivo cántabro se ha lavado las manos y nada ha hecho por la causa de salvar el Miramar. Por su parte, la Demarcación de Costas ha sido inflexible y para evitar el derribo sólo permitía que el edificio se destinara a balneario sin habitaciones como el que hay en la playa de La Concha de Donosti.

El Hotel Miramar en la década de los 30. (Fuente: grupoalceda.com)

La única solución que aceptaba Costas hubiese supuesto para el Consistorio una inversión que rondaría los dos millones de euros, inasumible sin el apoyo de Costas y el gobierno regional.

Las instituciones han actuado con pasividad y han expuesto su inutilidad para buscar una solución. No hay justificación posible para no haber evitado el derribo. Con la falta de equipamientos públicos que hay en Castro, es inaceptable que el Gobierno del Estado vaya a destinar un millón de euros en tirar un edificio que podría ser de utilidad para la ciudadanía.



En los últimos años el inmueble se encontraba en un estado de abandono total. El Miramar se había convertido en un peligro para los transeúntes y los usuarios de la playa de Brazomar por los posibles desprendimientos debido a la falta de mantenimiento. Tras varios requerimientos del Ayuntamiento castreño a la Demarcación de Costas que no tuvieron respuesta, el Consistorio se vio obligado a colocar un andamio para asegurar el paso de los viandantes por el paseo marítimo que transcurre bajo el hotel.
Ya son varios los años que el mal estado en que se encuentra el edificio en plena playa de Brazomar genera una pésima imagen de la ciudad a castreños y visitantes.
Castro no se lo merece.
Una vez consumada la sentencia de derribo, lo mejor es que se lleve a cabo cuanto antes.